Madrid, 31/10/2010.- Hace apenas 10 años en las cátedras de periodismo se hablaba de las 5W (1), de la pirámide invertida (2) y de cómo Gutenberg (3) revolucionó el mundo con su invento. Ahora, en un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos inmersos en una inevitable encrucijada en donde el ciberespacio gana cada vez más adeptos mientras los periódicos de papel desaparecen, en medio de la crisis económica mundial y las nuevas formas de comunicación. ¿Y el periodista?, se reinventa, renace entre las cenizas de los medios tradicionales… La clave: alfabetización multimedia y digital.
Una década atrás, ni siquiera éramos capaces de imaginar los retos tecnológicos a los que nos enfrentaríamos como comunicadores. El centro de nuestra atención era simplemente el manejo de la información y las diferentes formas de narrativa. Hoy no es posible ejercer el periodismo sin el uso de las nuevas tecnologías, son indispensables los ordenadores y los dispositivos móviles, como instrumentos de comunicación con nuestras audiencias, interconectadas a través de “la nube”(4); y en ella, paralelamente, se desarrollan la web 2.0, las redes sociales, las comunidades de usuarios, y los “social media”. Términos que aunque al principio se pensaban eran tan solo una tendencia, ahora se perfilan cada vez más como un cambio de paradigma en la forma de comunicar y por supuesto en la forma de hacer periodismo. Ya lo advertía Alfonso Alcantara (2010), consultor en desarrollo profesional y empleo 2.0, “las redes sociales definitivamente serán las autopistas de las ideas”.
Por ejemplo ya es una realidad publicar en un medio digital o en cualquier red social desde un teléfono inteligente, gracias al App Word de Blackberry o la tienda de aplicaciones de iphone podemos llegar a millones de personas conectadas al ciberespacio. Así de simple y económico, sin el lento y costoso proceso que implica la producción de un periódico de papel.
Esta realidad transforma también el perfil del periodista como profesional de la comunicación, obligándonos a actualizarnos en el uso de las nuevas tecnologías y a tener una visión multimedia de la producción periodística. El periodista digital dispone de más herramientas para comunicarse mientras que las audiencias están cada vez más saturadas de información, lo que nos presenta el reto de explotar nuestras capacidades creativas e intelectuales, para imprimir de personalidad nuestros productos periodísticos. En definitiva, tal y como lo vaticinó Meso Ayerdi (2002), estamos llamados a ser inspiradores y animadores de la inteligencia colectiva de la comunidad digital.
