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“Le pediría al Niño Jesús que termine de caer la dictadura”

Alfonsina Ríos / Venezuela RED Informativa

Como miles de descendientes de italianos que han tenido que dejar actualmente a Venezuela e ir hacia una nueva vida al país de origen de sus progenitores o antepasados que llegaron a esta “Tierra de Gracia”, como la denominó el genovés Cristóbal Colón, haciendo alusión a los lugares paradisíacos que brinda esa nación caribeña; nuestro personaje de la semana pertenece a esa generación.

¡A esa generación de ítalo-venezolanos que con profundo dolor han tenido que decir “Ciao!” “Addio” o “Arrivederci!” “A presto” en el aeropuerto internacional “Simón Bolívar”, motivado a la grave crisis política que flagela al país petrolero y crea una profunda inestabilidad económica y social para la mayoría de quienes habitan en él.

En estos últimos veinte años, un grupo que se enquistó en el poder la han convertido en “tierra de desgracia” donde abunda la pobreza, la inseguridad, la violencia, donde se muere de mengua. Pero contrariamente, la “camarilla” cada día se enriquece, permitiendo, además, que gobiernos extraños depreden las riquezas de su suelo y, que lenta y silenciosamente, la ocupen, empujando al venezolano hacia afuera, algo así como “La Casa Tomada” de Julio Cortázar.

Nuestra entrevistada nos cuenta que fue gestando la idea de dejar a su país “a raíz de diversos ataques a los medios de comunicación que ejecutó el expresidente Hugo Chávez. Específicamente en el año 2008, todos como ciudadanos sufrimos el cierre de RCTV, lo cual ya me encendió las alarmas como periodista”.

Y como detonante fue “la muy triste decisión que tuve que tomar en el 2009 de cerrar mi periódico Tras La Noticia, que era un semanario de circulación gratuita que tuvo presencia de forma ininterrumpida durante 6 años en los Altos Mirandinos”. Recuerda que en ese tiempo Chávez monopolizó la importación del papel como una forma de censura contra los medios impresos.

Pero la decisión definitiva para salir del país e irse a vivir a Roma, Italia, la nación donde nació su padre, la tomó cuando “Diosdado Cabello, quien en el 2009 era el presidente de Conatel, dio la orden de cerrar 34 emisoras de radio y en el país no se vieron grandes protestas por esa medida. Allí entendí que el futuro de Venezuela estaba comprometido y que el periodismo libre no tendría cabida en el nefasto Socialismo del Siglo XXI que se estaba instaurando”.

Estamos hablando con la periodista caraqueña Marinellys Tremamunno, actualmente corresponsal en El Vaticano para Imagen TVExcelsior TV y Estrella TV. Es experta en comunicaciones, fundadora y directora de la agencia Tremamunno Productions, libretista y corresponsal del programa “Efecto Naim”, de Moisés Naim; también es columnista de varios medios internacionales. Dentro de sus proyectos realizados se encuentra el libro titulado “VENEZUELA: el colapso de una revolución”.

La emigración de italianos hacia Venezuela se hizo visible en la década del 50, cuando el dictador Marcos Pérez Jiménez promovió la inmigración europea, originándose la Comunidad Europea más grande del país: “Así es, mis abuelos paternos llegaron al país gracias a esa medida de Marcos Pérez Jiménez y trajeron a mi padre muy pequeño con ellos. Sin duda fue una migración muy positiva para Venezuela, pues permitió la entrada de una oleada de personas que llegaron con nuevas ideas, nuevos oficios y con muchas ganas de trabajar y construir un país, de construir un hogar”.

Cuándo le consultamos acerca de la migración actual de los venezolanos, Tremamunno nos dijo: “Ahora dentro del éxodo venezolano existe el fenómeno de la migración de retorno, representada por esos descendientes europeos que ahora han regresado a los países de origen de sus padres o abuelos. Es una migración que lamentablemente es muy negativa para Venezuela, porque es la pérdida del patrimonio humano y profesional que había cultivado el país durante sus años de democracia, es una fuga de cerebros, pues es una migración muy preparada y mayormente con formación universitaria. En cambio, sin duda es una migración que beneficia a los países que la recibe: por ejemplo, en España vemos pueblos que están siendo repoblados por los venezolanos hijos de emigrantes españoles que han regresado, invirtiendo sus ganas y patrimonio en estas tierras que le están brindando una nueva oportunidad de vida”.

Producto de la unión de las razas, los venezolanos en su mayoría se distinguen por ser mezclados, Marinellys es de madre llanera, de Altagracia de Orituco, estado Guárico, y, como dijimos anteriormente, de padre italiano, al particular nos conversa acerca de cómo influyeron en ella ambas culturas: “creo que sin duda esa influencia de dos culturas me enriqueció como ser humano. Por una parte, al ser la primera nieta, crecí muy cerca de mis abuelos paternos, que me inculcaron ese amor por el trabajo y mis sólidos principios católicos; además creo que fueron inspiradoras sus historias sobre la Segunda Guerra (pues mi abuelo fue soldado de la guerra obligado por el régimen de Musolini) y cómo lograron superar ese momento tan difícil de vida. De mi madre sin duda heredé el carácter recio típico de las mujeres del llano, pero también conocí la humildad y hospitalidad que caracteriza a los pobladores del interior del país. Crecí en una dualidad de culturas que me permitió amar la riqueza cultural de mi país, pero a su vez me formó un fuerte carácter crítico que sin duda es la base de mi carrera y me ha sido muy útil en mi proceso de adaptación en Italia”.

Siente que su abuela materna Rafaela tuvo un espacio importante en su vida “una mujer fuerte que migró del campo a la capital en los años 50. Así que un día ayudaba con mi nonna (abuela) Felipa a jugar con la masa de la pasta fresca que hacía en casa, mientras otro día jugaba con mi abuela Rafaela haciendo arepas o buñuelos. Crecí como toda una ítalo-venezolana, con la dualidad de ambas culturas, tomando lo mejor de ambas”.

En su infancia sus juegos preferidos “eran los juegos de varoncito, como manejar carritos a comando o los videojuegos de la época. Y mis vacaciones las recuerdo en Catia La Mar, en donde mis abuelos italianos tenían un apartamento y pasábamos temporadas enteras en la playa. Tengo fotos muy bonitas de mi nonno (abuelo) caminando conmigo en la playa agarrados de manos, él súper blanco y yo con la piel (heredada de mi madre) súper bronceada por el sol… Una imagen que incluso hoy me impacta, es la muestra de la mezcla de razas que tuvo Venezuela”.

Como caraqueña también recuerda sus paseos por El Junquito y  “el cochino frito típico de ese lugar, de la Colonia Tovar su hermosa arquitectura y las frutas, y de La Guaira el pescado frito, que no lo consigo en tierras italianas. Lo más bonito de estos tres sitios es que en pocos minutos podías decidir si disfrutar de la hospitalidad de la montaña o el calor del mar. Es una gran ventaja que hace a Caracas única en el mundo”.

En un principio nuestro personaje de la semana quería ser abogado en lugar de periodista, pero gracias a su padre el periodismo no perdió a una apasionada de la comunicación: “mi padre me sugirió que no lo hiciera, pues consideraba que Venezuela en esos años ya era un país peligroso para ejercer como abogado y decía que en ese contexto no era una profesión para mujeres. Seguí su consejo y estudié periodismo, y resultó ser una carrera peligrosa, o más, en la Venezuela de hoy”.

-¿Alguna vez subió al cerro El Ávila? Como caraqueña, ¿qué simboliza este cerro ahora con el nombre “Waraira Repano”?

Muchas veces subí El Ávila, en todas las formas posibles: en carro, en teleférico y a pie. Es un monumento natural único que se extraña cuando vives en el exterior, te sientes desprotegido sin El Ávila. Pero el nombre “Waraira Repano” no me dice nada y nunca me dirá nada.

Dice haber recorrido todas las playas de Venezuela: “Son únicas y las extraño tanto que aquí en Italia no voy a la playa en verano porque me da tristeza ver las playas romanas, frías y grises”.

Ya que es diciembre y por ser ella católica, vimos oportuno preguntarle acerca de la Navidad, tanto las que vivió en Venezuela como las de ahora en Italia: “Las Navidades para mi jamás han sido iguales desde que me fui de Venezuela, es lo que más extraño. A pesar de que mi familia es italiana, en casa no faltaban las hallacas, nuestras navidades eran completamente estilo venezolano. Mi Navidad en Venezuela era muy alegre, lo celebrábamos en familia y como buenos italianos se comía mucho. En Italia sigo comiendo mucho, pero no tiene ese toque de alegría que tenía en Venezuela. Igual yo intento transmitirla a quienes tengo cerca, poniendo siempre nuestra música y ofreciendo nuestros platos típicos, como por ejemplo la misma hallaca que me encanta”.

-¿Qué regalo le pediría en estas navidades al Niño Jesús para Venezuela?

-Yo creo que es el regalo que pedimos todos: que termine de caer la dictadura y que los venezolanos puedan regresar a su Patria para reconstruirla. Que se acabe nuestro sufrimiento…

-¿Imaginó alguna vez que iba estar en El Vaticano trabajando cerca de un papa?

-Honestamente nunca imaginé que trabajaría en El Vaticano, no fue algo que busqué, el destino me trajo hasta aquí…

-¿Qué piensa de ese ataque sistemático de Nicolás Maduro y, también del difunto Chávez, hacia la Conferencia Episcopal de Venezuela?

-Es normal en un régimen castro-comunista, el comunismo (que es el extremo del socialismo) no puede ir de la mano del catolicismo, pues el comunismo se apropia de la dignidad de su pueblo para convertirlo en sus esclavos, promueve el ateísmo y el relativismo. En cambio, el catolicismo profesa vida, el amor a los semejantes y promueve la familia. Son dos polos opuestos, aceite y vinagre, que no podrán ir jamás de la mano. Y, justamente la Conferencia Episcopal ha alertado desde hace años la violación de derechos humanos y la pérdida de nuestra democracia, como se puede ver en numerosos documentos y declaraciones que han hecho. Es natural el ataque sistemático del régimen contra el episcopado, así como ocurre en Nicaragua con Ortega y como ocurrió en los inicios del castrismo en Cuba.

-Usted se mueve en un perímetro tan reducido como es el Estado del Vaticano, donde tal vez, los periodistas escuchan muchas cosas, y el santo padre y usted son latinoamericanos, ¿qué piensa de la posición del pontífice con respecto a Venezuela?

-No comparto la posición tibia del papa Francisco cuando se trata de hablar de regímenes socialistas como los de Venezuela y Nicaragua, e incluso la protección que siempre le brindó a Evo Morales en el Vaticano, en donde era recibido con honores y con mucha frecuencia.

-Como finalista del Premio Internacional al Voluntariado, otorgado por la Federación de Organizaciones Cristianas para el Servicio Internacional Voluntario, ¿qué pudiera hacer usted desde esa organización?

-De 10 años que tengo fuera de Venezuela, los últimos 6 años los he dedicado a utilizar los espacios que me permite mi profesión de periodista para denunciar la progresiva pérdida de nuestra democracia y las barbaridades que comete el régimen. Y en 2017 entendí que mi ayuda podía ser más concreta y fundé la ONG Venezuela: la piccola Venezia, la cual tiene como objetivo potenciar mi labor informativa, pero además desarrollamos la campaña “Llenemos las Ollas”, que fue una campaña de recolección de fondos y de sensibilización que permitió dar un apoyo económico y sostenidos a las “Ollas Comunitarias” que realiza la iglesia católica en Venezuela. Esta campaña también incluyó un documental que se llama “Venezuela: resiliencia”, que yo dirigí y dura 35 minutos. El documental fue presentado por primera vez el pasado mes de agosto en el Meeting, que es el evento católico más importante aquí en Italia y se realiza todos los años en Rímini. Mi intención en 2020 es dar continuidad a este proyecto con alguna acción adicional que pueda incluir formación a los beneficiarios de las ollas y, por supuesto, sensibilización internacional.

-¿Qué es lo que más añora de su país?

-El calor humano que siempre nos ha caracterizado y mi familia.

-¿Le gusta la lectura? ¿Qué libros y qué autores ha leído que hayan ejercido influencia en su vida?

-Sí, es parte cotidiana de mi vida. Hay dos libros clave: “Tus zonas erróneas” (Wayne Dyer), que leí de adolescente y me ayudó a crecer como ser humano; y más recientemente “Revolución y Contra-revolución” (Plinio Corrêa de Oliveira), que me ayudó a entender lo que sucede en Venezuela.

-¿Qué género musical le atrae más?

-Como buena rebelde, el rock…

-¿Qué piensa de la oposición venezolana? ¿Y de Juan Guaidó?

-Que no han estado a la altura de la situación país. El chavismo existe porque existe la oposición que tenemos, esa es una gran verdad.

-¿Qué políticos venezolanos le inspiran mayor confianza para llevar adelante una transición de poder en Venezuela?

-El día que exista una transición, creo que el país necesitará un gobierno técnico y conformado por expertos en cada área para poder recuperarlo.

-¿Usted es una persona de fe? ¿Desde su perspectiva cree habrá pronto un cambio positivo para su país?

-“A Dios rogando y con el mazo dando”, ciertamente hay que tener fe, pero el país también necesita acciones concretas para que pueda existir un cambio. Acciones radicales y que puedan estar impulsadas desde el exterior, pues las mafias que se han enquistado en el país no saldrán jamás pacíficamente.

-¿Regresaría para ayudar a reconstruirlo?

-Si existe la posibilidad de que pueda dar mi aporte, pues lo haría con mucho gusto. Venezuela necesita a sus hijos en la diáspora.

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