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Venezuela, llegan los prófugos que nadie quería

Por primera vez, Italia se detiene a mirar a sus hijos en el extranjero y ofrece refugio a la comunidad de origen italiano que reside en Venezuela, la tercera más importante en términos de números en América Latina, después de Brasil y Argentina. El gobierno italiano aprobó dos enmiendas a la ley de Presupuesto propuestas por el partido «Fratelli d’Italia» para otorgar el permiso de residencia humanitaria a los italo-venezolanos y fondos para acelerar las respuestas de las solicitudes de nacionalidad. Un paso para sanar la discriminación de estos prófugos olvidados.

MARINELLYS TREMAMUNNO / BRÚJULA COTIDIANA

La grave crisis política y humanitaria que existe en Venezuela es bien conocida, así como es bien conocido que en el país sudamericano hay una comunidad de origen italiano (entre italianos y descendientes) de aproximadamente dos millones de personas que, desde la llegada del dictador Nicolás Maduro, pide ayuda a Italia para poder sobrevivir al régimen. No es casual que el Consejo General de Italianos en el Extranjero (CGIE) decidió en asamblea plenaria (el pasado 16 de noviembre de 2018) exigir a las autoridades italianas competentes la creación del “Proyecto de acogida para italianos que regresan de territorios de probada crisis humanitaria” (como existe en España), que prevea la “simplificación burocrática en el reconocimiento de las certificaciones documentales que posean” (por ejemplo, permisos de conducir, títulos de estudio) y “una mayor facilidad para acceder al mundo del trabajo en Italia”.

Todo esto por solicitud explícita de un grupo compacto de asociaciones ítalo-venezolanas, que bajo el liderazgo de “Venezuela: la piccola Venezia” Onlus, han informado constantemente sobre la necesidad de abordar el fenómeno de la “migración de retorno” de Venezuela, que está en constante aumento, y de dar una mano a la comunidad ítalo-venezolana que sufre la dictadura en Venezuela. Sin embargo, el clamor de los italovenezolanos hasta ahora no había sido escuchado por ninguna autoridad gubernamental. Lea el comunicado aquí.

Ahora, por primera vez, Italia mira a sus hijos en el extranjero y ofrece refugio a la comunidad de origen italiano que reside en Venezuela (la tercera más importante en América Latina, después de Brasil y Argentina). En el contexto de la “maniobra”, el gobierno italiano aprobó dos enmiendas a la ley de Presupuesto propuestas por el partido Fratelli d’Italia: la primera permite la concesión de un permiso de residencia humanitario a los venezolanos que ya han solicitado la ciudadanía italiana desde Venezuela y que están esperando respuesta; y la segunda, proporciona 1 millón de euros (que se deben utilizar entre 2020 y 2021) para acelerar el reconocimiento de las prácticas de ciudadanía venezolana.

“Respondimos con hechos, más allá de las palabras”, dijo el senador Giovanbattista Fazzolari, signatario de la propuesta que fue aprobada por el gobierno Conte Bis y que sería una iniciativa sin precedentes en la historia italiana. “También es importante porque indica un cambio de marcha, una atención a los italianos en el mundo, que hasta ahora han tenido muy poca”, agregó.

Ambas enmiendas habían sido presentadas en varias ocasiones durante dos años, “desafortunadamente sin recibir aprobación”, explicó Fazzolari. En cambio, «Italia recibió a más de 600 mil inmigrantes que no tenían nada que ver con nosotros y más del 90% no escapó de ninguna situación catastrófica. Acogimos a estas personas, dando comida y alojamiento, mientras que hasta ahora no se daba acogida a aquellos que probablemente tienen derecho a la ciudadanía italiana. Estamos hablando de personas de origen italiano, que no piden nada, que no piden ser mantenidos por el Estado, sino solo el derecho a regresar a la patria de donde provienen sus padres”.

Además, es una victoria para los soberanistas, lo que abre la puerta a una migración compatible con los valores católicos. Estas dos enmiendas contribuirán a cambiar no solo el destino de miles de “verdaderos refugiados que huyen de una dictadura2, sino también la narrativa inmigrante que durante años le ha dado la espalda al dramático destino de tantas comunidades perseguidas, cuya causa o identidad evidentemente no eran ni son funcionales para el diseño deconstruccionista de las ONG”.

¡Pero no todo está resuelto! Lo hizo presente en su facebook el presidente del Comités del Consulado italiano con sede en Barcelona (España), Alessandro Zehentner, denunciando la discriminación que sufren los prófugos italianos: “Una vez que huyeron de Venezuela (también podrían huir de cualquier otro país latinoamericano o africano en crisis o en guerra) y llegaron a Italia, no cuentan con ninguna ayuda para el reconocimiento de sus títulos de estudio, como en cambio sucede con aquellos que no tienen la ciudadanía y califican como refugiados”.

Los italianos que regresan de Venezuela no logran encontrar serenidad ni siquiera en su propia patria, porque el estado italiano no reconoce sus títulos de estudio venezolanos ni su licencia de conducir, entre los muchos obstáculos burocráticos que tienen que superar para poder integrarse. Y ni siquiera existe la voluntad política, porque la petición de la comunidad ítalo-venezolana que había sido promovida por la CGIE hace un año, hasta la fecha ha sido ignorada por las autoridades competentes, es decir por el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio del Interior.

Desafortunadamente, “Italia no ayuda a los prófugos italianos que han huido de guerras o situaciones vinculadas a persecución, pobreza o graves disturbios sociales”, dijo Zehentner, subrayando que “la política debería prestar más atención a este nuevo fenómeno de la migración de retorno”.

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