«EN VENEZUELA NO HAY UNA VERDADERA DEMOCRACIA»
Conversación con el Obispo de Los Teques, Mons. Freddy Fuenmayor.
En el marco de la celebración de los 50 años de la Diócesis de Los Teques, el purpurado aseguró que mientras no haya ejercicio pleno de los derechos humanos no existirá una verdadera democracia en Venezuela.
Por MARINELLYS TREMAMUNNO
Monseñor Freddy Jesús Fuenmayor Suarez es el actual obispo de Los Teques, la capital del estado Miranda (Venezuela), consagrado por San Juan Pablo II el 30 de diciembre de 2004. En ese entonces era el Obispo de Cabimas, rol que ejerció durante 10 años y el próximo 3 de abril del 2016 celebrará sus 40 años de labor pastoral. Tiempo durante el cual se ha distinguido por su aporte como rector del Seminario Interdiocesano de Caracas y Director del Instituto Universitario Seminario Interdiocesano. Estudió Filosofía en la Universidad Católica Andrés Bello y Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Es sin duda una de las voces del mundo católico venezolano con la autoridad suficiente para conversar sobre la situación de la iglesia venezolana en tiempos de Papa Francisco y para darnos una radiografía de la grave crisis social que vive Venezuela.
Son 40 años de vida pastoral, fácil decirlos pero difícil vivirlos. Monseñor Freddy Jesús Fuenmayor trasmite temple y sobriedad en su mirada, seguramente por las experiencias acumuladas en cuatro décadas de vocación sacerdotal, entre ellas ha vivido el pontificado de tres Papas como Obispo: “sí, pero en mi vida son más los Papas. Yo nací bajo el pontificado de Pio XXII, luego siendo niño Juan XXII, mi juventud la viví con Pablo VI y siendo sacerdote-estudiante viví la elección de Juan Pablo II. Cuando salió el humo blanco, en ese momento yo iba llegando a la Plaza San Pedro, vi cuando salió el Papa, cuando lo anunciaron”, recordó.
Hoy, con la llegada de Papa Francisco, la iglesia católica ha tomado un nuevo aire. Vemos a un pontífice sonriente, enérgico, que opina del hecho cotidiano y capaz de generar euforia en sus fieles. Se habla de tiempos de renovación bajo la figura de un pontífice argentino, el primero latinoamericano.
-Oportuno preguntarse, ¿cuál ha sido el aporte de la iglesia latinoamericana en estos aires de cambios?
– R.: Ese espíritu de conexión con el pueblo y con los sentimientos, con las necesidades, tanto con sus angustias como con sus esperanzas. En América Latina la iglesia ha conectado ciertamente con esas necesidades y esas inquietudes, ha tratado de responder a ellas y eso es gracias a una determinada manera de hacer labor pastoral. Los papas siempre han trazado líneas muy claras, pero para nosotros ese sentido de que el Evangelio se encarna en las necesidades del pueblo prevaleció siempre muy vivo y creo que ha sido nuestro aporte a la Iglesia Universal. Hoy en día se está nutriendo de esto…
Hay que tomar en cuenta que Jorge Mario Bergoglio es un Papa Latinoamericano y lo percibimos como tal. A Papa Francisco lo sentimos como parte de una iglesia que durante Juan Pablo II ha iniciado un proceso interesante de renovación. Uno lo nota cuando predica, cuando emite algún documento, aflora a flor de piel esa esencia del pensamiento latinoamericano y claro lo sentimos muy cercano. Lo que Juan Pablo II dijo acerca de “evangelizar el mundo de hoy respondiendo a sus desafíos”, fue recibido en América Latina de una manera extraordinaria y rindió muchos frutos. No cabe duda que la experiencia pastoral de la Iglesia Universal ha tenido un especial toque de América Latina…
–En cuanto a la Iglesia Venezolana, ¿cómo se vive el pontificado del Papa Latinoamericano desde Venezuela?
– R.: No debemos desmeritar la labor de los otros Papas. Quien no va a recordar por ejemplo a Juan Pablo II, su dinamismo y su llamado a la nueva evangelización; a Papa Benedicto XVI con su sabiduría y ciertamente enriqueció a la Iglesia; pero no cabe duda que Papa Francisco más que con las palabras habla con los gestos, con cosas muy sencillas y muy puntuales que a lo mejor pueden parecer banales, pero llegan al corazón de la gente.
En tiempos del pontificado de Bergoglio, nos preguntamos sobre las respuestas a los desafíos que la sociedad venezolana nos presenta. No cabe duda que su pontificado encuentra un terreno fértil, en lo que la iglesia venezolana ha venido viviendo y para nosotros Papa Francisco ha sido un estímulo.
Pero al mirar de fondo la realidad venezolana vemos que probablemente son más las espinas que las rosas. En la web de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) se encuentran publicados numerosos documentos que hacen referencia a la dramática crisis que vive Venezuela. Los obispos han exhortado en diferentes oportunidades al presidente Nicolás Maduro al diálogo y al respeto de los derechos humanos.
Al momento de esta entrevista existen 77 prisioneros políticos, de los 3.757 arrestados desde febrero de 2014; además de las 43 muertes ocurridas -durante el mismo periodo- por el uso indiscriminado de la violencia de parte de la policía, el ejército y de los grupos paramilitares protegidos por el gobierno, según lo confirma el informe de Amnistía Internacional “Los rostros de la impunidad. A un año de las protestas, las víctimas aún esperan justicia”. Y justamente, el 14 de febrero de 2014, mes en el que iniciaron las manifestaciones antigubernamentales, la CEV anticipó lo que estaba por venir y difundió un comunicado en donde legitimaba el derecho constitucional de la sociedad venezolana de manifestar su descontento ante los problemas económicos y de inseguridad personal que le aquejan.
– La iglesia venezolana ha llamado al “diálogo social”, ha rechazado el uso de la violencia para el control del orden público y ha pedido justicia para los casos de tortura que han sido denunciados. Usted también se ha pronunciado públicamente…
– R.: Hemos hecho un llamado a la paz y a una verdadera justicia: que no se persiga a la disidencia por incompatibilidad de ideas o por asuntos meramente políticos; que no se utilice la justicia y los jueces, para combatir a los opositores; que no se pierda el Estado de Derecho y que no se pierda el derecho a la defensa y el derecho a la presunción de inocencia…
– ¿El gobierno de Maduro ha respondido a vuestras peticiones?
– R.: Yo creo que no, hay mucha gente que no debería estar presa o por lo menos que debería ser juzgadas fuera de la cárcel… A veces se lanzan acusaciones y no se presentan pruebas, acusaciones de golpes de estado, de magnicidios y eso se va repitiendo y repitiendo, a la hora de la verdad nunca hay pruebas. La gente va presa y presa, transcurre el tiempo y sigue presa. Hay casos de gente incluso desde el año 2002…
– Oportuno preguntarse por qué protestan los venezolanos. Los sacerdotes son parte de la sociedad y también viven en carne propia los problemas; además están en contacto diario con los fieles tratando de darles un poco de consuelo. ¿Qué sucede en las calles de Venezuela?
– R.: El día a día del venezolano se va en conseguir las cosas para responder a las necesidades básicas de alimentación. Hay mucha escasez de productos, la gente tiene que hacer inmensas colas para conseguir un producto. No hay derecho a eso en un país como Venezuela que debería estar produciendo en abundancia las cosas que se necesitan. En ese sentido estamos mal y los jóvenes han perdido la esperanza, no encuentran fuentes de trabajo, siente la atmósfera política asfixiante, muchos se quieren ir. No hay seguridad, la gente tiene miedo a salir a la calle y que los maten. Todas esas cosas nos llevan a decir que ciertamente la situación del venezolano no es de felicidad, hay muchas necesidades que no están cubiertas. No hay derecho a la vida, cualquiera te mata por cualquier cosa; no hay derecho al trabajo digno o a la vivienda. La economía va muy mal y no se toman medidas…
– Ciertamente al ver las cifras la situación de Venezuela es dramática: los primeros meses de este año la inflación ha superado el 70% y se habla de más de un 100% al cierre del 2015; según el Observatorio Venezolano de Violencia, somos el país con más homicidios en el mundo con 24.980 muertes violentas, es decir 82 muertes por cada 100.000 habitantes. Entre estas muertes, 3 eran sacerdotes. Con este panorama, ¿es posible evangelizar?
– R.: Hemos tenido varios sacerdotes asaltados. Recientemente fue asaltado un misionero en Cartanal para quitarle el único carro que tenía la parroquia para esa tarea evangelizadora. A algunos sacerdotes les han robado en las parroquias, se han metido y les han llevado cosas útiles como el sonido. Eso afecta la evangelización, pues son equipos muy costosos. Hay miedo a salir, no se puede hacer nada después de las 6 de la tarde. Hay prácticamente un toque de queda por la violencia que vivimos. Yo mismo no salgo después de las 6 de la tarde, los sacerdotes igual. Esta situación afecta la visita a los enfermos, antes entrábamos a un barrio a las 11 de la noche, ahora mismo eso es imposible, a la gente también le da miedo salir.
– En el exterior es muy común la idea de que Hugo Chávez fue el gobierno de los pobres, de la justicia social, y lo mismo se tiende a pensar de su sucesor Nicolás Maduro. Esta situación de crisis social y de criminalidad que nos ha descrito, ¿es un problema nuevo?
– R.: Es un problema que no se lo podemos atribuir sólo a este último periodo. En los últimos quince años podemos decir que se ha agudizado el problema de la pérdida de valores y de la intensificación de la delincuencia. Hay mucha impunidad, realmente la policía y los jueces no han estado a la altura de lo que debe ser el combate a la delincuencia. Ha sido un fenómeno exponencial: ha crecido la delincuencia, se ha confundido la política con lo popular y han surgido grupos armados por los mismos gobiernos en los barrios que luego han pasado a ser los mismos grupos delictivos. Nadie los puede tocar… hay mucha corrupción, parece que cada quien tiene su precio… En esta realidad, la iglesia tiene que jugar un rol fundamental. La misión evangelizadora tiene que entrar profundamente en los corazones de la gente para lograr un cambio de vida en las personas.
– Sin embargo, la iglesia venezolana también sufre muchas limitaciones en este escenario de crisis, sumándose además el problema de la escasez de vocaciones. Me comentaba que hay un sacerdote por cada 20-25 mil habitantes…
– R.: Trabajamos con pocos recursos… en Venezuela estamos acostumbrados a trabajar en la escasez. Logramos nuestra misión trabajando con los laicos, son la inmensa mayoría de la iglesia y su participación, sus vivencias, su misión como testigos del Evangelio, ciertamente es mucho lo que se puede lograr, incluso con un número de sacerdotes escaso…
Específicamente en la Diócesis de Los Teques, que recientemente cumplió 50 años, acabamos de vivir el primer Sínodo Diocesano de Los Teques y nos hemos hecho todas estas preguntas, cómo vamos a hacer para evangelizar en los momentos actuales y no cabe duda que Papa Francisco ha estado presente con sus enseñanzas. A pesar de las limitaciones, nos hemos propuesto convertir a la iglesia de Los Teques en una iglesia misionera, evangelizadora, una iglesia viva…
– ¿Cómo ve Monseñor Freddy Fuenmayor el futuro de Venezuela?
-R: El futuro depende de que se establezca en el ámbito político un diálogo y que el oficialismo reconozca la existencia de los demás, que no conciba la política como un eliminar a los demás como enemigos, son adversarios pero no enemigos. Todos formamos parte de una sociedad en la que cada uno en su nivel debe participar. Todos tenemos que trabajar para construir un mejor país. Se deben consultar a todos los sectores para la construcción de una política económica que deje de lado las absurdas ideologías que nos tienen atados a dogmas económicos que ya han sido superados hace mucho tiempo en casi todos los países del mundo. Necesitamos una política económica con justicia social, eso sí… Papa Francisco lo ha repetido y lo repite en su doctrina social, pero no podemos seguir aquí en Venezuela repitiendo eslóganes mientras la economía marcha a la deriva y hacia la ruina, dependiendo solamente del petróleoAl final de la conversación, el purpurado venezolano manifestó en modo diáfano su preocupación por el futuro de su país y concluyó asegurando que mientras no haya ejercicio pleno de los derechos humanos no existirá una verdadera democracia en Venezuela. “Y eso implica muchas renuncias de parte de los que ejercen el poder, una mayor apertura en el modo de vivir y hacer política”, enfatizó.
VERSIÓN EN ITALIANO: Il Venezuela di Maduro, tra fame e violenza
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