Rescate de la historia gracias a una revelación de familia
El último vientre judío, de la artista Andreina Fuentes Angarita, es un recorrido a través de cinco generaciones que reivindica a sus antepasados
MARINELLYS TREMAMUNNO / DIARIO LAS AMERICAS
ROMA.– Una revelación familiar llevó a Andreina Fuentes Angarita a descubrir su origen judío, con un pasado familiar lleno de secretos e historias sorprendentes. Esta es la génesis del libro El último vientre judío, publicado por la editorial española Verbum. Una novela autobiográfica de la artista americana, nacida en Venezuela y hoy residenciada en el sur de la Florida; quien es también una coleccionista de arte, ampliamente conocida en el mundo del arte contemporáneo internacional por ser además fundadora de la plataforma Arts Connection y del Miami New Media Festival.
La obra fue presentada este mes de julio por el Centro Sefarad-Israel, en el marco del ciclo de encuentros virtuales “Tardes de verano” que lleva a cabo la institución adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España. Esta novela “es un viaje que hace la autora a través de su propia identidad y llega a cinco generaciones en este recorrido personal.
Estamos muy agradecidos por hacer este encuentro, que tiene que ver con el trabajo del Centro Sefarad y su relación con el mundo judío en España”, expresó la Jefe de Programación Cultural del Centro Sefarad-Israel, Esther Bendahan, durante el encuentro virtual.
DIARIO LAS AMÉRICAS entrevistó en exclusiva a Fuentes Angarita, a quien el arte la llevó a reconocer sus raíces judías. Primero a través de su relación con su mentora Sofía Ímber, fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, y de su hija Adriana Meneses, con quienes trabajó cinco años en el Museo Jacobo Borges de Catia [Caracas, Venezuela], desde 1998 hasta 2002 y percibió su especial conexión con la cultura hebraica.
Luego en Miami, la famosa coleccionista de arte Cota Cohen le confirmó que el apellido Macías (de su abuela materna), era el segundo apellido sefardí más importante.
Esta relación constante con el mundo judío hizo que le comentara a su abuela sus sensaciones de empatía y así llegó la revelación que le cambiaría la vida: “Mi abuela me mira con compasión y me dice, hija yo creo que la sangre llama, mi padre y madre eran judíos. Y me contó que tuvieron que enterrar la religión en Colombia porque fueron perseguidos por los nazis”, narró la autora y comentó que jamás habría imaginado este pasado en su familia, pues de niña había estudiado en un colegio de monjas durante 8 años.
La revelación de su abuela impulsó a Andreina a investigar la historia de sus antepasados y así inició su viaje fantástico a lo largo de los secretos de cinco generaciones.
“La investigación duró casi veinte años y me llevó a descubrir muchas historias tan increíbles que parecen de ficción, con mucho del realismo mágico latinoamericano”, señaló. Esto explica por qué la novela es un viaje largo, lleno de aventuras y de sorpresas, a través de los secretos familiares que unen las vidas de cinco mujeres, narrados por la autora en primera persona y con extrema sencillez.
Fuentes Angarita destacó que la historia también evidencia la persecución que vivió su familia en el pasado y que ahora ella ha sido también víctima por su posición crítica contra el régimen que impera en su país de nacimiento.
Por eso, considera que “es importante dar voz a la persecución sea política, religiosa o de raza, hay que decir todas estas injusticias. Eran cosas que existían hace cinco generaciones y hoy todavía existen”, puntualizó.
Americana, venezolana y también sefardí
La novela se llama El último vientre judío porque la condición judía se pasa por vientre materno hasta la quinta generación y Andreina Fuentes Angarita no sólo es la quinta generación de esta saga de mujeres, sino que es el último vientre de su familia porque no pudo ser madre biológica.
Es un libro en clave femenina: “La primera protagonista sería mi bisabuela Rosa (que vivió entre 1920 y 1960), una mujer extraordinaria, empoderada, que no siguió las reglas de la época y no hubo nada que la detuviera para obtener el éxito. Es la protagonista principal, porque a partir de su vida controvertida nacen la mayor parte de los secretos de la familia. Luego viene mi abuela Marina, que fue la que me reveló el origen de la familia antes de morir; mi tía abuela Nubia, que me acompañó en todo este proceso de investigación, y mi mamá, que sin ella yo no hubiese existido”, explicó la artista.
La investigación de Fuentes Angarita confirmó su origen sefardí y develó un pasado fascinante. “La primera generación de mi familia en el continente americano llegó a Colombia en los años 1800. Ellos salieron de Tetuán y se establecieron en Galán, un pueblito ubicado en el norte de Santander, en donde se establecieron en comunidad y no se mezclaron con los locales. Así como sucedió en Venezuela con la Colonia Tovar, en donde se establecieron los judíos alemanes y primos se casaron con hermanos. Esto produjo una degeneración genética, que es también parte de la novela”, dijo.
Y como nada en la vida es casual, mientras Andreina avanzaba en su investigación, en el año 2015 España abrió sus puertas a los descendientes de judíos sefardíes para obtener la nacionalidad, como un gesto de reparación histórica ante los judíos que fueron expulsados por los Reyes Católicos en tiempo coloniales. Es la Ley 12/2015 que, tras una convocatoria abierta durante cuatro años, el Ministerio de Justicia y el Consejo General del Notariado españoles recibieron unas 153.767 solicitudes, 72.000 solo en el último mes, la mayoría de América Latina (33.000 de México, 28.000 de Colombia y 22.000 de Venezuela).
Hoy la artista no sólo es americana y venezolana, sino que además su origen sefardí la llevó a tramitar la ciudadanía española. Por eso, “esta novela se transformó en todos los sentidos en una retribución histórica familiar pero también en un suceso porque, aunque hay toques de ficción, la mayor parte de la narración es también historia”, aseguró.
Pero lo más difícil para la autora no fue descubrir y confirmar su origen judío, sino su decisión de develar los secretos familiares. “Al principio yo sentía que era exponer mi vida y la vida de otros en el papel, pero también sentía que era importante contar esos secretos”, indicó.