La Amazonia no es un “pulmón verde” y mucho menos un paraíso
No hay que dejarse engañar por tantos falsos mitos sobre la Amazonía. No es para nada “virgen”, no es “indígena”, no es el “pulmón verde” del mundo. Y es todo menos que un paraíso, pues vivir en ella es prácticamente un infierno.
MARINELLYS TREMAMUNNO / BRUJULA COTIDIANA
Más de 180 obispos se encuentran en el Vaticano para participar en Sínodo Especial para la Amazonía, sobre el tema “Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral” que, según el mismo Papa Francisco, tiene el objetivo de identificar “nuevas formas de evangelizar esa porción del Pueblo de Dios, especialmente a los indígenas, a menudo olvidados y sin la prospectiva de un futuro sereno, debido a la crisis de la selva amazónica, un pulmón de capital importancia para nuestro planeta” (Francesco , Ángelus, 15 de octubre de 2017).
Así comenzó el discurso de Papa Francisco sobre la Amazonía. No es casual que el gran público de los medios de masas haya visto arder los bosques amazónicos durante todo el pasado verano, a pesar de que cada año los incendios están presentes en esta región durante la estación de sequía, entre julio y septiembre. Fuimos testigos de los llamados de alerta por todas partes: los influencers ecológicos desencadenaron protestas masivas en las redes sociales, con tanto de imágenes falsas o viejas, llegando incluso a convertirse en una gran crisis internacional que fue discutida entre los países del G7. Sin embargo, no es la primera vez que la Amazonía es motivo de debate y, curiosamente, las personas que se proclaman defensores de este inmenso territorio nunca han pisado la región o simplemente han estado alguna vez como turistas.
En este contexto, es cada vez más difícil distinguir los hechos verdaderos de las noticias falsas. Por esta razón, desde La Nuova BQ pusimos la mirada en este vasto territorio sudamericano, para aclarar los falsos mitos amazónicos y contribuir a una compresión real del Sínodo.
La Amazonía no es solo Brasil. La opinión pública internacional señaló al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, como el único destructor piromaníaco de la Amazonía. ¡Falso! Aunque en el imaginario colectivo existe la tendencia de asociar la selva amazónica con Brasil, este paraíso natural es tan vasto que involucra a nueve países sudamericanos: Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Guyana, Guyana Francesa, Surinam y el ya mencionado Brasil. Por eso, mientras todos señalan con el dedo a Bolsonaro, los socialistas Evo Morales (en Bolivia) y Nicolás Maduro (en Venezuela) pasan desapercibidos: a pesar de que el primero legalizó los incendios en las zonas amazónicas, causando un verdadero ecocidio; y el segundo, destruye diariamente el “Arco Minero del Orinoco” con el apoyo a la minería ilegal.
La Amazonía no es el pulmón de nuestro planeta. En el Instrumentum Laboris del Sínodo Especial para la Amazonía, el Papa Francisco citó las cuencas de la Amazonía y el Congo como el “pulmón del planeta” (cf. LS 38). Pero, vale preguntarse, ¿qué se entiende por “pulmón del planeta”? Si se refiere a la producción de oxígeno a través de la fotosíntesis de las plantas, ¡es incorrecto! La selva amazónica produce solo el 6% del oxígeno del planeta, según la revista especializada Science. Información que ha sido ampliamente confirmada por muchos científicos, pues en bosques antiguos como el Amazonas las plantas han dejado de crecer y, en el balance de CO2 / O2, tienden a consumir más oxígeno y, en consecuencia, no ayudan a la oxigenación de la atmósfera.
La Amazonía no es virgen. Las áreas forestales con exuberante vegetación generalmente son vistas como símbolos de ecosistemas vírgenes, jamás tocados por manos humanas. Sin embargo, los habitantes de la Amazonía han seleccionado y plantado especies de árboles útiles para sus necesidades, cambiando para siempre las características de esta selva. Entonces, “la Amazonía no es tan incontaminada e intacta como parece”, confirmó a la BBC el científico Hans ter Steege, ecólogo del Centro de Biodiversidad Naturalis y de la Universidad de Amsterdam. Por lo tanto, hoy se sabe que gran parte de esa región ha estado densamente poblada y, en consecuencia, explotada durante milenios, encontrándose grandes vestigios de desarrollo cultural en Brasil, Perú y Bolivia.
La Amazonía no es indígena. Según el Instituto de Investigación Alexander von Humboldt de Colombia, actualmente la región amazónica tiene una población de aproximadamente 33 millones de habitantes, de los cuales apenas el 10% son indígenas (tres millones de personas). Por el contrario, el Instrumentum Laboris presenta un “camino hacia una Iglesia con rostro amazónico e indígena”, según evidenció el cardenal venezolano Jorge Urosa Savino: “El Instrumentum Laboris tiene la intención de presentar a toda la población amazónica como si fuera indígena. ¡Pero no es así!”, aseguró el prelado sudamericano y resaltó su preocupación por la descripción “romántica” del pueblo amazónico. “Es una visión antropológica muy optimista, que ignora las deficiencias de las culturas indígenas, que omite sus limitaciones y fracasos”, dijo.
De hecho, “el Amazonas no es, ni mucho menos, un paraíso, sino que antes bien se asemeja a un infierno”, señaló el periodista español Javier Reverte en un reportaje publicado por el periódico El País el pasado 29 de enero de 2006. “La vida de quienes pueblan las alturas andinas, las orillas de los ríos, las poblaciones y las junglas casi inexploradas del interior nunca es fácil. Las enfermedades, las picaduras letales de los insectos y de ofidios pavorosos, la explotación laboral, los problemas que genera el tráfico de drogas y la miseria endémica hacen que la esperanza de vida de los seres humanos en una buena parte de la región se sitúe en una media que ronda los 50 años, y que para los indios es de 42… Quien conoce la Amazonia sabe bien que esa portentosa fuente de vida es al mismo tiempo una implacable generadora de muerte”, puntualizó.