ArticlesDiario Las Américas

Monseñor Lorenzelli: «Chile perdió la confianza que una vez tuvo en la Iglesia»

El enviado por el papa Francisco a Santiago de Chile como obispo auxiliar en julio de 2019, monseñor Alberto Lorenzelli, explica cómo la Iglesia intenta recuperar su credibilidad luego del terremoto ocasionado por los escándalos por abusos sexuales

Monseñor Alberto Lorenzelli, sacerdote de la orden de los salesianos, enviado por el papa Francisco a Santiago de Chile como obispo auxiliar en julio de 2019

Por MARINELLYS TREMAMUNNO para DIARIO LAS AMÉRICAS

SANTIAGO DE CHILE.- Desde hace cuatro meses Chile intenta sobrevivir a la violencia desmedida de grupos subversivos que no sólo han generado cuantiosos daños materiales, amenazando con destruir lo que era la economía más próspera de América Latina, sino que además ha atacado de forma directa a la iglesia católica.

Al 26 de enero, 57 iglesias católicas y evangélicas habían sido atacadas con distintos niveles de daños: “desde vidrios quebrados, hasta saqueos masivos y profanación del Santísimo Sacramento. Los ataques se reparten a lo largo de todo el país”, según el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Pero ¿por qué estos ataques han alcanzado a iglesia católica? Para obtener respuestas, DIARIO LAS AMÉRICAS entrevistó en exclusiva a monseñor Alberto Lorenzelli, sacerdote de la orden de los salesianos, enviado por el papa Francisco a Santiago de Chile como obispo auxiliar en julio de 2019, después de la sacudida que sufrió la Iglesia local por los escándalos por abusos sexuales contra menores, de parte de miembros del clero chileno y que según la Fiscalía Nacional dejó a su paso 271 víctimas.

“La Iglesia vive un momento de dificultad, lo sabemos, por varios temas. Como institución está presente el tema de los abusos y esto ha tocado fuertemente a la sociedad”, aseguró y explicó que, aunque la fe de los chilenos permanece intacta, “el pueblo perdió la confianza que una vez tuvo en la Iglesia y que era muy alta”. Sin embargo, subrayó que “la gente común rechaza la violencia. El pueblo tiene el deseo de reencontrar su estabilidad y la posibilidad de vivir bien”.

Monseñor Alberto Lorenzelli, sacerdote de la orden de los salesianos, enviado por el papa Francisco a Santiago de Chile como obispo auxiliar en julio de 2019

Efectivamente, en la historia chilena la Iglesia católica había tenido un rol de protagonista, era una voz respetada. En la crisis actual y ante esta pérdida de credibilidad, ¿qué rol ha asumido iglesia?

Creo que el tiempo de una Iglesia triunfalista ya pasó. Es el momento de una Iglesia cercana al pueblo, que va recuperando su servicio pastoral y evangelizador. Pero es necesario que sea una Iglesia más humilde, que sepa hablar a través de sus acciones. Hoy la gente no espera una iglesia que haga bonitos documentos, la gente espera una iglesia presente, que sepa escuchar. Una escucha que también sea capaz de sufrir junto a aquellos que sufren. Creo que sólo así podríamos ser una voz más significativa y fuerte. Especialmente hoy podemos involucrar a todas las instituciones, a los empresarios, las instituciones políticas, las instituciones sociales, para dar atención a los más desafortunados. Hoy creo que la palabra que debe ser más significativa es dar más a aquellos que han tenido menos.

En medio de la crisis que vive Chile, los obispos han lanzado un llamado al diálogo nacional, pidiendo que sea “participativo y sin exclusiones”, ¿podría describir las condiciones para que sea posible ese diálogo?

Es necesaria la cultura del encuentro, que es lo que el Papa Francisco predica, un diálogo más abierto para evitar, por un lado, las formas de violencia, y por otro lado para también escuchar. Al final lo que la gente pide, es una situación mejor. Los problemas más obvios que aparecen son salarios muy bajos, una educación más inclusiva, el problema de las pensiones. Las personas trabajan durante muchos años y luego se encuentran con una pensión de hambre que no les permite llegar a fin de mes. Y, por otro lado, aparecen otras desigualdades evidentes entre lo que es un Santiago del llamado “barrio alto” y los barrios más pobres, donde básicamente la gente lucha por vivir…. Entonces, la cultura del encuentro significa abrir ese diálogo. El primer diálogo lo deben hacer los partidos políticos, porque existen muchos individualismos y esto no permite el diálogo. Es el momento de una unión nacional para establecer las leyes que brinden igualdad a todos. Y, en segundo lugar, en este diálogo deben participar todas las clases sociales, también con las instituciones sociales, para construir lo que sea necesario para reducir aún más las desigualdades. Un diálogo en el que la Iglesia debe estar presente, porque todos los días en las parroquias se escucha el clamor de la gente, de los más necesitados.

Los ataques evidencian una fractura social incluso con la iglesia. ¿Cómo puede la iglesia católica recuperar esta credibilidad?

Antes que nada, debemos ser creyentes, hombres y mujeres de fe, una fe real, una fe concreta. Una fe así se vuelve creíble, auténtica. Eso llega al corazón de la gente. Quizás en este sentido hemos pecado fuertemente y la gente nos ha visto poner peso muchas veces sobre sus hombros, mostrándoles cuáles eran sus defectos, olvidándonos de mirar adentro. Hablábamos bien, pero actuábamos mal.

¿El mayor desafío que enfrentan?

El mayor desafío es responder a nuestros jóvenes. Creo que hemos perdido el contacto con ellos y tenemos la necesidad de abrir un diálogo con todos, incluso debemos dialogar con los jóvenes disidentes, porque para la Iglesia nuestros jóvenes no son sólo los que participan, nuestros jóvenes son todos; por lo que debemos abrir un diálogo con ellos, si no corremos el riesgo de ser una Iglesia con una fractura muy fuerte con las nuevas generaciones. Creo que los jóvenes están buscando una Iglesia que más que juzgarlos, sepa cómo amarlos por lo que son, y ellos a su vez amarán lo que les ofrecemos. Creo que la Iglesia chilena se está volviendo más consciente de sus errores. Debe ser más profética… ¿Y qué significa esto? Significa estudiar una forma diferente de ser Iglesia.

Creo los jóvenes también están buscando una Iglesia que más que juzgarlos sepa cómo amarlos por lo que son y ellos a su vez amarán lo que les ofrecemos. Creo que la Iglesia chilena se está volviendo más consciente de sus errores. Debe ser más profética… ¿Y qué significa esto? Significa estudiar una forma diferente de ser Iglesia.

Sin embargo, los intentos de la Iglesia católica por recuperar su credibilidad en Chile parecen no ser suficientes, pues después de dos años de la reunión entre dirigentes de la Red de sobrevivientes de abusos sexuales eclesiásticos y el enviado del Papa, Mons. Charles Scicluna, la red publicó una carta el pasado 17 de febrero en donde expresan su decepción por la “dilación” y “silencio” de la Santa Sede ante los procesos canónicos aún sin concluir.

LINK ARTICULO ORIGINAL

Deja una respuesta

Botón volver arriba