Padre cubano: «La Iglesia cubana está comprometida con el dolor de su pueblo»
El padre Rolando Montes de Oca, párroco del municipio Vertientes, en Camagüey, revela que su labor contestataria le ha costado ataques a la parroquia donde oficia, persecuciones e incluso la prohibición de salida del país
MARINELLYS TREMAMUNNO / DIARIO LAS AMÉRICAS
ROMA. – Mientras en el Vaticano se impidió el acceso a centenares de cubanos, que el 24 de otubre se concentraron para pedir un pronunciamiento del papa Francisco contra la violación de los derechos humanos del régimen que encabeza Miguel Díaz Canel, en la isla existe una Iglesia activa en el acompañamiento de su pueblo y que alza la voz sin temor en contra la ideología comunista.
Es una iglesia profética que se evidencia en las acciones de sus pastores que exigen cambios, como el arzobispo de Santiago Monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez, que hace cuatro meses pidió “los cambios necesarios, los que muchos esperamos, los cambios que dan esperanza, los cambios que los obispos hemos hablado en todas nuestras últimas cartas y comunicados”, dijo en una homilía ante la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de los cubanos.
Pero sobre todo en la labor diaria de sus sacerdotes, como la del padre Rolando Montes de Oca, párroco del municipio Vertientes, de la Arquidiócesis de Camagüey, en el centro oriental de la isla, quien es abiertamente crítico del régimen y su misión de “predicar la verdad”, como el mismo la llama, le ha costado ataques a su casa parroquial, persecuciones e incluso una prohibición de salida de Cuba por ser considerado una figura de “interés público”.
La providencia divina me llevó a conocer al padre Montes de Oca el 28 de febrero de 2018 en Roma, cuando él era estudiante de Comunicación en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en donde fui invitada a dar una charla sobre la labor del periodista. Hoy conversa en exclusiva con el DIARIO LAS AMÉRICAS y nos describe la atmosfera que se respira en la isla.
“Se infundió mucho miedo y mucho terror los días sucesivos a las protestas, todavía se respira algo de eso. Hay muchas personas que afrontan cargos por delitos que no deberían ser delitos, como manifestar pacíficamente y decir lo que se piensa. En fin, es una situación muy compleja y de mucha inestabilidad. Yo siento que no se respondió a lo que el pueblo necesitaba y que esta situación podría traer disturbios más adelante. Yo creo que no se sanó el país, sino que se sembró el germen de futuros problemas. Dios nos libre, pero yo siento que son y que serán mucho peores”, explicó desde su casa parroquial en Vertientes.
-¿Cómo vive esta situación la comunidad católica cubana?
La iglesia católica cubana está tratando de ser madre, acompañando al pueblo a través de sus sacerdotes, a través de religiosos, a través de fieles laicos. La actividad pastoral tradicional ha estado limitada por el estallido del COVID19 que se ha ido de las manos, pero al mismo tiempo de cara a la represión sufrida ha habido un mensaje de los obispos llamando a la concordia y a la escucha, ha habido acciones concretas de algunos de ellos intercediendo por fieles y seminaristas que han estado en prisión. Hay una respuesta preciosa de parte de los religiosos y religiosas, que han prestado un servicio de acompañamiento a las familias con miembros presos, e incluso asesoría jurídica para que puedan defenderse debidamente, para que no se sientan solos.
-El papa Francisco volteó la mirada y no escuchó al pueblo cubano que gritó “libertad” a las afueras de la Plaza San pedro. Usando las palabras del comunicado de los obispos de Cuba del pasado 13 de julio, ¿por qué “no podemos cerrar los ojos o entornar la mirada, como si nada estuviera sucediendo” en Cuba?
No podemos cerrar los ojos porque cerrar los ojos es una tentación, es más fácil, es más cómodo, es más descomprometido, pero si la iglesia quiere ser madre debe ser más comprometida ante el dolor y el sufrimiento de su pueblo. Si la iglesia es de Cristo, Cristo no cierra los ojos, no mira a otra parte, no dibuja una realidad paralela cuando su pueblo está sufriendo. La opresión de un pueblo es uno de los pecados que claman al cielo, así lo manifiesta el catecismo de la Iglesia católica. Y ante el clamor de este pueblo, la iglesia no puede cerrar los ojos.
-¿Qué podemos hacer para ayudar a la iglesia y al pueblo cubanos?
En primer lugar, no cerrar los ojos, visibilizar lo que está pasando, lo que se está viviendo, lo que el pueblo cubano está contando. Escuchar al pueblo, desechar las versiones oficiales maquilladas y mirar la verdad, la realidad de lo que pasa en Cuba día a día, en la Cuba de a pie que para tantos no es conocida. Esa Cuba que muchas veces se cubre con el manto del paraíso tropical que promueven las propagandas turísticas pero que no es la realidad ni de lejos del pueblo cubano, que son paraísos que el pueblo cubano no puede disfrutar y al que no puede ni siquiera aspirar porque se ahoga por el agobio de la diaria subsistencia y en el miedo por excederse diciendo lo que piensa y ser por ello castigado.
-Un mensaje para nuestros lectores
Mi llamado como creyente y como sacerdote es acompañar, visibilizar, decir la verdad y rezar porque los destinos de Cuba están en la mano de Dios. Tenemos que rezar para que el señor ponga su mano, para que convierta a los violentos y para que Cuba llegue a ser algún día esa patria que soñó Martí y que sigue pendiente, esa Cuba de todos y para el bien de todos, de todos los hijos unidos en la caridad. Una Cuba de reconciliación y con un futuro nuevo, en donde decir lo que se piensa sea un derecho sagrado que deba ser respetado. En donde no haya más presos políticos, en donde decir lo que se piensa no puede ser jamás un delito por el que un cubano sea encarcelado o golpeado. Una Cuba nueva, libre y de Cristo.
FUENTE: Padre cubano: La Iglesia cubana está comprometida con el dolor de su pueblo (diariolasamericas.com)