Ante las protestas pacíficas que exigen una mejoría en el suministro de agua, el régimen ha respondido con represión, incluso a través de la acción de los grupos “colectivos”
MARINELLYS TREMAMUNNO / CUBANET
ROMA, Italia. – Venezuela se encuentra en la lista de los 10 países con las mayores reservas de agua del mundo. Sin embargo, después de 21 años de “socialismo del siglo XXI”, según datos de la Asamblea Nacional, al 95% de los venezolanos no les llega el vital líquido a sus casas para mantener las medidas de higiene necesarias en tiempos de coronavirus.
Por ese motivo, a diario se registran numerosas protestas pacíficas en todo el país que exigen soluciones al Gobierno. Sin embargo, la respuesta del régimen ha sido la represión, incluso a través de la acción de los grupos “colectivos” o delincuentes armados.
Así sucedió el lunes 1 de junio en los edificios de Parque Central, en pleno centro de Caracas, en donde la protesta de los residentes fue interrumpida por las agresiones de los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y de los “colectivos”, de acuerdo con el video publicado en redes sociales por el periodista de sucesos Román Camacho.
Negligencia del Estado
La escasez de agua no es una novedad en Caracas: desde hace algunos años los caraqueños recibían el servicio de forma intermitente una o dos veces por semana, hasta que el pasado 14 de mayo una explosión ocurrida en los tableros de control del Sistema Tuy II hizo que desapareciera definitivamente el agua de las tuberías de la capital. En otras ocasiones, según el régimen, la falta de agua potable ha sido culpa del “cambio climático” o de la “guerra contra el imperio”.
Lo cierto es que antes de la llamada “revolución bolivariana” no existían estas “sequías” y mucho menos en Caracas. Hoy ni siquiera se salvan aquellas zonas en donde viven las personas más privilegiadas que cuentan con recursos económicos. No obstante, la peor parte la viven los habitantes del resto del país, que incluso llevan años sin recibir el servicio por tuberías, como la población de Adaure, ubicada en la península de Paraguaná, que protestó el 1 de junio por tener más de 10 años sin agua.
Vale destacar que el problema de la escasez de agua había sido advertido en octubre de 2018, en el estudio “Emergencia Humanitaria Compleja en Venezuela, Derecho al agua”, realizado por diversas ONG encabezadas por Civilis y Fundación Agua Clara. El informe alertó sobre el “desmantelamiento de toda la estructura institucional y física que afecta la calidad de las fuentes de abastecimiento, (y) los procesos de tratamiento y potabilización de las aguas” por la falta de inversión y negligencia del Estado. Ya a finales de 2018, una encuesta había confirmado que el 82% de la población no recibía agua de manera continua y la que recibía esporádicamente era de mala calidad.
Resignados carretean agua
El problema es tan común que en los sectores de mayor pobreza y que tienen la suerte de tener algún manantial natural cercano, los venezolanos se han acostumbrado a carretear agua a diario, mientras intentan sobrevivir a la pandemia. “Las colas son inmensas. Madrugan para agarrar agua, desde las 5:00 de la mañana de un día hasta las 5:00 de la mañana del siguiente. Eso es un va y viene de toda la comunidad del barrio y de las adyacencias”, explicó un vecino que ayuda a organizar las colas.
“Estamos mal”, dijo otra vecina mientras cargaba los contenedores con el agua que llevaría a su casa. “Tenemos dos meses (sin agua) y hay sectores que tienen hasta un año. Dicen que tienen problemas con las bombas, con las válvulas, que no hay repuestos. Tenemos que resolver, pero es una situación que nos está afectando a todos”, dijo con resignación.
“Todos los días cargamos agua, no hay un día que no carguemos. Tenemos dos meses sin agua y siempre nos dicen que tenemos que esperar y esperar y esperar más. Que si se dañó la bomba, que si el muchacho del agua no lanza el agua y así. Siempre nos enrollan y nunca nos dan agua. Si nos la dan, solo es de 6:00 de la mañana hasta 4:00 de la tarde. Por ejemplo, ayer hicieron una reunión y nos dijeron que teníamos que esperar 21 días más, o sea, otro mes. Imagínese, yo, que tengo tres niños, debo cargar agua todos los días”, lamentó una joven madre.
Las “súper cisternas” chinas
El paliativo que encontró el régimen para abastecer de agua a Caracas y las zonas aledañas fue la compra de 252 “súper cisternas” traídas de China. La noticia fue anunciada como un logro por el ministro del Interior Néstor Reverol el pasado 17 de mayo. Supuestamente, tales cisternas permitirían mantener el servicio de abasto de agua mientras se reparaban los sistemas hídricos del país. Sin embargo, al día de hoy las protestas se mantienen, lo que indica que la medida no ha sido suficiente.
Asimismo, el funcionario dijo que en los meses de junio, julio y agosto las autoridades competentes tienen previsto que lleguen al país otros lotes de camiones cisternas para completar las 1 000 unidades. La Guardia Nacional Bolivariana será la responsable de la coordinación del servicio, indicó también Reverol.
La noticia generó numerosas expresiones de rechazo en las redes sociales, de parte de venezolanos que alertaron sobre la posible corrupción detrás de esta decisión: no solo por las “comisiones” que tradicionalmente se generan en estas compras, sino por los posibles “incentivos” que las comunidades tendrían que presuntamente pagar a los conductores para garantizar el abastecimiento del vital líquido.
“¿Cómo es posible que hagan ese gasto en vez de arreglar el problema de fondo, que es el mantenimiento de la generación de electricidad y de bombeo del agua, que sería una solución a mediano plazo, pero duradera”, se preguntó el usuario Dorian Rafael Infante en Twitter.
Una previsión inevitable apunta a que en los próximos meses estas cisternas estarían igualmente inservibles por la falta de repuestos o de gasolina. Se trata de graves problemas que son cotidianos en la ineficiente gestión del régimen de Nicolás Maduro.