Diario Las Américas

Diputados y senadores de Evo Morales apoyaron presidencia de Jeanine Áñez

Monseñor Scarpellini, garante del diálogo en Bolivia, hizo la revelación a DIARIO LAS AMÉRICAS antes de fallecer por COVID-19

MARINELLYS TREMAMUNNO / DIARIO LAS AMÉRICAS

ROMA.- Este martes 03 de mayo tendrá continuidad el juicio contra la expresidenta de Bolivia Jeanine Áñez. El caso es conocido como “golpe II”, en el que el Tribunal Primero de Sentencia Anticorrupción de La Paz pretende enjuiciar a la también exsenadora por haber asumido en 2019 la Presidencia de Bolivia, presuntamente de “forma irregular”.

Es oportuno recordar que, luego de la renuncia del entonces mandatario Evo Morales, del vicepresidente Álvaro García Linera y de los legisladores del partido de gobierno (el Movimiento al Socialismo, MAS), que estaban en la cadena de sucesión, entre los días del 10 y el 12 de noviembre tuvieron lugar reuniones de diálogo entre todos los actores políticos y civiles, las cuales no sólo lograron la pacificación del país sino además un acuerdo para la realización de nuevas elecciones.

Para entonces, Monseñor Eugenio Scarpellini, quien se desempeñaba como obispo de El Alto, fue un actor clave en tales negociaciones de mediación. Desafortunadamente, hoy no puede narrar su testimonio en el mencionado juicio oral porque falleció el 15 de julio del 2020, a consecuencia del COVID-19. Sin embargo, DIARIO LAS AMÉRICAS, por intermedio de esta reportera, sostuvo una entrevista de forma presencial con Monseñor Scarpellini en La Paz, el 08 de febrero de 2020, pocos meses antes de su muerte, siendo así la última periodista que lo entrevistó y tomó en video el testimonio de la conversación en la que narró sus vivencias en el mencionado proceso de mediación.

A continuación, reproducimos de forma íntegra la conversación sostenida con monseñor Scarpellini en la sede de la Conferencia Episcopal de Bolivia, en donde narra con entusiasmo cómo se logró la pacificación del país, a pesar de la acción violenta de “grupos pagados”, e incluso con el apoyo de diputados y senadores del Movimiento al Socialismo, que no estaban de acuerdo con las acciones del gobierno de Evo Morales y querían “dar una nueva imagen y, entonces, proponerse como legisladores positivos hacia el país”.

Esta entrevista, con el video de las declaraciones del sacerdote de origen italiano, la reproducimos subtitulada al español, con el propósito de que pueda servir para que la verdad prevalezca en el proceso que tiene lugar en la nación sudamericana.

A continuación, la transcripción de la entrevista:

Soy Mons. Eugenio Scarpellini, Obispo de la Diócesis de El Alto, soy originario de Bérgamo (Italia), sacerdote diocesano, desde hace 32 años en Bolivia y desde hace casi 10 años Obispo en Bolivia.

Usted estuvo en primera línea, en los hechos sucedidos en Bolivia desde octubre (2019) ¿nos puede contar su experiencia?, ¿cómo vivió estos días tan difíciles?

Claro que sí, soy miembro del equipo de la Iglesia, junto a la Unión Europea y la ONU, que hemos trabajamos en esos días, para encontrar la manera de pacificar el País, frente a una creciente violencia, estado de convulsiones sociales, que podían poner en grave peligro la democracia en nuestro país. Sobre mi experiencia, algunas consideraciones, primero, el deseo de muchas instituciones de trabajar por la paz en el país. Segundo, diría que la preocupación de las instituciones del país por intentar reconstruir una democracia que prácticamente se había perdido, fruto de un período de 14 años de imposiciones, de un gobierno prácticamente al estilo del sindicalismo, por lo tanto, de imposición. Este es un deseo de caminar hacia una democracia efectiva y verdadera. Tercer elemento, diría, he visto a la gente que nuevamente pidió a la Iglesia un esfuerzo, depositando en la misma Iglesia la confianza, para que pudiéramos caminar hacia la democracia. En ese momento, hubo casi una petición unánime, si no expresa, pero, de hecho, hacia la Iglesia, para que ésta fuera la portadora del camino hacia la pacificación. es decir, un rol de la Iglesia, pero que refleja también un rol de la fe de la gente que se ha comprometido, se han aferrado a la fe para llevar adelante una lucha por recuperar la dignidad y la democracia.

Por otro lado, hemos visto el lado contrario, un aumento de la violencia, de grupos, diría, diría pagados, diría grupos preestablecidos para poner en crisis al País. Y entonces, lo que me preocupó mucho, es que, en ese período, vivimos una lucha intestina. Gente contra gente. Gente que quería la democracia; de la otra parte, gente que defendía un régimen anterior, pero también con violencia y con acciones realmente malas de verdad. Y esto a su vez generó inseguridad, miedos, desconfianza del uno contra el otro, y por ende una desestabilización del país.

En todo esto, te diré que, porque me lo han preguntado muchos, si yo pensé que podríamos fallar en este proceso de pacificación. Sinceramente, siempre he dicho que no. Estaba convencido de que lograríamos este gran proyecto. ¿Por qué? Porque ante cualquier momento difícil, duro, de enfrentamientos, de violencia, de muertes y, por tanto, de reacción de la gente, siempre se abrió una pequeña puerta, una persona, una institución, un líder, una ley que hemos logrado llevar adelante, algo que ha abierto una esperanza a la gente. Entonces, yo de verdad viví todos esos días, acompañado de mis hermanos obispos y de otros amigos de las embajadas, con estos sentimientos. Por un parte, con una preocupación enorme; por la otra parte el tema de mirar la violencia a la cara, pero también recogiendo la esperanza de un pueblo que realmente quería un cambio radical hacia la democracia, pero también de verdad pensando que Dios nos guió e inspiró las mentes y los corazones de tantas personas para que pudiéramos vivir esto.

¿Me puede contar qué sucedió en El Alto, su testimonio?

En El Alto sucedió algo extraño. Los primeros quince días, casi veinte días del conflicto, desde el primer anuncio de que existe la posibilidad de fraude electoral hasta que se tiene la prueba de que sí existió este fraude electoral, en El Alto hay tranquilidad absoluta, no sucede nada. ¿Por qué? Porque es una ciudad donde la presencia del Movimiento al Socialismo de Evo Morales es muy fuerte, entonces los dirigentes prácticamente controlaron la ciudad y dejaron a La Paz y a otras ciudades todo el protagonismo.

Cuando Evo Morales renunció y abandonó el país, en el mismo momento estalló la violencia también en El Alto. Grupos organizados que comienzan a circular por las calles, amenazando con saquear los mercados, amenazando a la gente que si no salen a la calle a protestar quemarán sus casas, incendiarán sus negocios y cosas así… En ese momento la gente también comienza a salir a la calle y comienza a bloquear, comienza a poner obstáculos, a incendiar neumáticos, para no permitir el movimiento de la misma gente. Incendiaron puestos policiales, incendiaron la casa de la alcaldesa de El Alto y estos grupos crearon miedo, una desconfianza mutua, por la que la gente ya no sabia a quién acudir ni qué hacer, por lo tanto, un clima de muy fuerte tensión.

En ese momento hay un hecho extraordinario de violencia muy duro, de violencia, que obligó al gobierno, con el resguardo de las fuerzas armadas, a entrar a la planta procesadora de gasolina para llevarse la gasolina y distribuirla en la ciudad. Se realiza sin problemas, salen las cisternas, se las llevaron e inmediatamente, diez minutos después, comienza un grupo de asalto que quiere incendiar esta planta de transformación. Aquí todo había terminado, a este punto, el peligro era enorme, si hubiesen logrado incendiar aquella planta hubiésemos tenido más de veinte mil muertos. Vuelve el ejército, interviene, hay un enfrentamiento entre la gente y el ejército, y allí ocurren once muertos y muchos heridos, varios heridos, más de treinta. Este hecho de violencia extrema, que la gente lo lee como una violencia del gobierno opositor al MAS, que era su padrino, por una parte, que en cambio el ejército lo lee, el Estado lo lee como una defensa de su propiedad, estas dos visiones diferentes hacen que en El Alto empiecen a surgir movimientos de gente, de organizaciones, para pedir la renuncia del gobierno en ese momento. En la zona sucede un poco de todo, saqueos, violencia contra puestos policiales, algún policía que fue encontrado solo, también lo golpearon y uno murió, y cosas de este tipo, de verdad algo muy duro. Sucede esto y paraliza prácticamente la ciudad por alrededor de quince días y no se puede circular, comienzan a escasear los viveres, empiezan a rodear la ciudad de La Paz. Desde el campo, siempre a través de esta organización que había, llegaron los campesinos en camiones para participar en las manifestaciones. Manifestaciones que comienzan de forma pacífica, pero a un cierto punto, existe un detonante siempre, y comienzan los enfrentamientos entre manifestantes y policías, con gas y heridos. ¡Fue un momento realmente muy duro!

¿Cuándo se logra superar este momento dramático? Para mí son dos los hechos fuertes que ponen en crisis este momento, de desconfianza, de miedo y de violencia. Uno, cuando logramos acordar en el Parlamento la ley para las nuevas elecciones y viene promulgada la nueva elección. En realidad, un momento antes, cuando en una reunión, donde está presente la Iglesia, donde están presentes la ONU y la UE, están presentes más de cincuenta personas, representantes de movimientos sociales, la mayor parte de El Alto, con lo ministros de ese momento y se logra redactar una ley de garantías, se llama, donde se reciben las solicitudes de las personas, donde se reciben las solicitudes de las personas y vienen aprobadas las solicitudes de las personas: garantía de respeto a la diversidad, libertad de prensa, a no perseguir políticamente a las personas, respetar las normas internacionales de salvoconducto para eventuales dirigentes, toda una serie de cosas. Esta ley, junto con la promulgación de la ley electoral, que encamina al país hacia las elecciones y, además, el esfuerzo por llevar al país hacia la pacificación hace que esos momentos caigan por sí solos. Un elemento más: la gente de El Alto es muy pragmática, se dan cuenta de que al final están luchando ¿contra quién? Y se ven con un fuerte problema de continuar la vida como familia, como trabajadores, como comerciantes. El Alto es una ciudad de comerciantes, es decir de hacer una vida normal. Se dan cuenta de que quieren vivir una vida normal y caminar hacia un proceso obviamente más pacífico. Estos elementos de tipo político, el encuentro de los dirigentes con el gobierno y con la iglesia y otros facilitadores, las nuevas leyes que salen y el deseo de vivir una vida serena, hacen que poco a poco se desinfle el gran problema. El esfuerzo fue después de continuar este compromiso. ¿Cómo hemos continuado con este compromiso? Por ejemplo, la diócesis de El Alto y con nuestra Caritas, con el compromiso de atender a las familias que tuvieron heridos, las mismas autopsias de los muertos se realizaron en la Iglesia del barrio, incluso, fueron llevados (los muertos) a la Iglesia y en las bancas de la Iglesia se hicieron las autopsias, porque nadie permitia el ingreso de ningún funcionario del gobierno y querían que fuera allí porque era la única garantía. Así que estas cosas permitieron desinflar un poco, la asistencia de los heridos, garantizar a los familiares de los muertos que tuviesen un procedimiento de justicia, de búsqueda de las causas de muerte, los autores y todo esto, poco a poco ha desinflado la situación.

Cuando usted me habló del proceso de mediación, ¿quién participó con nombre y apellido en este proceso?

Como Iglesia éramos cuatro, estaba el secretario general de la Conferencia Episcopal, Mons. Aurelio Pesoa, yo como obispo de El Alto y como persona cercana; Mons. Giovanni, que es mi auxiliar y se integró, y el padre José Fuentes, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal. Somos los que estuvimos como Iglesia. Como organizaciones internacionales, la embajada de la Unión Europea, el embajador León, una persona muy preparada, muy capaz, valiosa; el embajador inicialmente de la OEA, el supervisor del OEA, el Embajador Angulo; luego, el embajador de la ONU, Jean Arnault, y el embajador de España de ese momento, antes del espectáculo que sucedió con España… entonces, nosotros fuimos el grupo de facilitadores. ¿Quién estuvo sentado en la mesa del diálogo? Todos los actores políticos, los actores del MAS, el gobierno en ejercicio en ese momento, los actores políticos que tuvieron una votación alta en la elección anterior, en donde hubo fraude, participaron miembros del Parlamento del momento, de la oposición, y algunos que en el pasado fueron presidentes o que tuvieron un rol político importante. Todo esto permitió crear un camino de diálogo nada fácil, te digo, con todas las personas. Y dirán, son todos del ámbito político, en varias circunstancias, también fueron convocados los representantes de los movimientos sociales. La dificultad que tuvimos allí fue que no sabíamos a quién convocar, porque existía una fuerte división entre ellos. Otros actores políticos que han trabajado mucho en este contexto fueron los asambleístas, diputados y senadores, del mismo Movimiento al Socialismo, porque muchos de ellos no estaban de acuerdo con el estilo de compromiso, de trabajo y de cosas que se hicieron con el anterior gobierno, que es el gobierno de ellos. Quisieron dar una nueva imagen y, entonces, proponerse como legisladores positivos hacia el país. Y honestamente debemos reconocer su trabajo. Te puedo decir 3 o 4 nombres en este momento: la presidenta del senado, Eva Copa, que es de El Alto, Sergio Choque, que es el presidente de la Cámara de Diputados y él también es de El Alto; luego dos senadores, Omar Aguilar y Efraim Limachi, por ejemplo, y Betty Gianique. Son personas del Gobierno del MAS, anterior, pero que han intentado ser protagonistas positivos en un proceso de pacificación. Todo esto nos ha permitido trabajar y seguir adelante.

De mi parte creo que ha sido bastante completo, no sé si usted desea agregar algo importante…

Creo que sí, quisiera agregar un final… referido a la gente, en ese período fuerte de convulsión social, la gente redescubrió en la fe la fuerza para afrontar una búsqueda de vida social en libertad y en democracia. El hecho de la fe, es decir, de la oración, es uno de los motivos que los ha mantenido firmes, convencidos y sólidos en su búsqueda de la democracia, sintiendo que esa lucha era justa, por tanto, resurgió con fuerza una fe simple pero profunda de la gente. Creo que esto es increíble… Es decir, ver gente estaba bloqueando la calle y que rezaban juntos no es fácil, y esto lo hemos visto todos los días, en todas las calles de Bolivia.

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